Muy tranquila la noche que estuvimos allí, pero sirvió una trucha muy bien preparada con salsa de limón, con un sabor delicado y un cambio bienvenido a la implacable aunque excelente carne de res. Como muchos lugares en Calafate, sirven porciones grandes presumiblemente porque todos están usando mucha energía subiendo colinas. Buen servicio, ambiente agradable aunque sin complicaciones.